Se acostó en el césped, descansando de su bicicleta.
Y comenzó a formar su nombre en el cielo, sobre aquella constelación móvil.
Esa tarde su nombre llegó lejos.
BiciNauta.
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Con la mano en el freno de la bici, trato de no moverme y tomar mi cámara. Los dos enamorados que expresan todo su instinto aún no se percatan de mi presencia.
Los veo tan frescos, espontáneos en su propio ritual, que pienso porque siendo tan natural la vida, nos cuesta expresarnos de tal manera, levantando nuestros propios vuelos compartidos…